miércoles, 10 de septiembre de 2014

Examen de cinturón

Hola a todos.

Sé que han pasado ya más de dos meses desde mi última publicación, y aunque no era esa mi intención, entre los exámenes de cinturón que tuvieron lugar en el Shotokan Carrús a principios de julio, y que luego me tomé unas vacaciones, fui posponiendo esta entrada hasta ahora.
Y con el inicio de la temporada de karate, yo creo que ya va siendo hora de retomar también el blog.

Como prometí en mi última entrada, hoy vengo a hablaros sobre los exámenes de cinturón. por que sí, para quien no lo sepa, en karate, al igual que muchas otras artes marciales, hacemos exámenes cada cierto tiempo para pasar al siguiente nivel.
Como siempre, me centraré en el karate, ya que es lo que yo practico, y así me aseguro de no meter la pata con los datos.

Los niveles que vamos adquiriendo en karate se reflejan en el color del cinturón que usamos con el kimono.
En orden ascendente, es decir, desde el primer grado que sería el más básico, hasta alcanzar el cinturón negro, serían los siguientes:
Blanco, amarillo, naranja, verde, azul, marrón y negro.
Esto, en el caso de los adultos que comiencen en karate. En realidad, como hay muchos niños que comienzan de muy pequeñitos, hay cinturones intermedios, (blanco/amarillo, amarillo/naranja, naranja/verde…) para que no se les haga tan pesado llevar varios años el mismo color, pero al mismo tiempo, tener el doble de tiempo que un adulto en alcanzar el cinturón negro. Hay que tener en cuenta, que hasta los 16 años, no se puede otorgar un cinturón negro, ya que automáticamente, esa persona pasa a ser considerada como arma blanca ante la ley. Por tanto, no se entrega esa distinción hasta que la persona no tiene un mínimo de madurez tanto física como intelectual.

Los exámenes constan de los 3 bloques básicos del karate.
Por un lado, tenemos la parte del kihon, que como ya dije en una entrada anterior, son las posiciones y movimientos básicos del karate.
Un karateka que vaya a examinarse para cinturón amarillo, tendrá que hacer un kihon muy básico, de puñetazos, defensas y patadas simples, siempre avanzando en linea recta.
A medida que el nivel del cinturón va aumentando, también lo hace el nivel del kihon, añadiendo varios golpes y contraataques a cada movimiento, desplazamientos de espaldas o incluso con giros de 360 grados.
Así, el nivel de cada cinturón dificulta más tanto por la duración del mismo, como la dificultad, ya que cada vez exigen tanto mejor forma física, como mejor técnica.
En mi caso, este julio me examiné para cinturón azul, que es el examen más largo de Shotokan. Aunque no es el último examen ni mucho menos, mucha gente coincide en que es el más difícil de todos por lo duro que es. De momento les doy la razón, por que a mi personalmente me pareció una tortura china, sobretodo al tener que hacerlo en pleno Julio.
Ya os contaré que me parece mas difícil, si el de azul, o cuando me examine para el marrón ;)

El segundo bloque del examen es el de kata.
Como ya expliqué también en otra entrada, los kata son el conjunto de movimientos ya preestablecidos que simulan un combate real con uno o varios oponentes.
Existen cinco kata básicos, llamados heian, que son la base de todos o casi todos de los 26 kata del Sotokan.
En orden serían: heian so dan, heian ni dan, heian san dan, heian yon dan y heian go dan.
Estos mismos kata, son los que se presentan para examen en cada uno de los niveles hasta alcanzar el cinturón marrón.
Así, para obtener el cinturón amarillo, debemos aprender el heian so dan, para el cinturón naranja el heian ni dan, y así sucesivamente hasta llegar a cinturón marrón, que sería el heian go dan.
En mi caso, como yo acabo de ganarme el cinturón azul, el kata que presenté en el examen, fue el heian yon dan.

Por último, pero no menos importante, tenemos el bloque de kumite.
Como ya he comentado también, el kumite es la parte de combate del karate.
Es la aplicación real de las técnicas y movimientos que hemos aprendido.
Por supuesto, estos ejercicios ya están preestablecidos, para evitar pequeños accidentes.
En el nivel más básico, tenemos ipon kumite, que es un ejercicio a un solo movimiento.
Esto significa que cuando vas a hacer esta parte del examen, te pones frente a un compañero y éste te ataca con 3 técnicas sencillas, para que puedas demostrar como usas la defensa y el contraataque más simple.
Por supuesto, aunque en estos ejercicios si que hay contacto físico, hay que demostrar el control que uno va adquiriendo con el entrenamiento y solo hay que marcar el golpe, no queremos lesionar a ningún compañero.
Con el paso de los niveles, al igual que ocurre con los bloques anteriores, el kumite también se va complicando.
Desde añadir mas movimientos para ir parando golpes mientras retrocedes varios pasos, hasta tener que defenderte y contraatacar con diferentes combinaciones de golpes directos, indirectos, barridos, luxaciones o incluso proyecciones.
Imaginad todo eso… pero poniéndoos delante de un ciego y fiaos de que tenga control como para marcar los golpes y no os arranque la cabeza en el proceso ;)
¿alguien se atreve a probar conmigo uno de esos ejercicios?
Por suerte, en mi dojo tengo una compañera que ni pestañea cuando nos toca trabajar juntos. Ya no se si es que de verme entrenar confía mucho en mi, o que definitivamente está loca.
Por supuesto, eso último era broma xdd
Me encanta trabajar con ella, y aunque se lo he dicho ya muchas veces, lo vuelvo a repetir por aquí para que no se le olvide, que espero que me ayude para mi examen de cinturón marrón.

Continuando con los exámenes, a parte de todo lo concerniente al físico, también hay parte teórica….
Si, aunque no os lo creáis. El karate es algo muy complejo y tiene su historia. Cuando se llega a cierto nivel, hay que conocer también algo de historia sobre el estilo que practicas y saber que haces y por que.
Por suerte o por desgracia, hasta el momento el examinador aún no me ha preguntado nada, pero por si acaso, que sepáis que llevo mis deberes hechos, ¿eh?
Quizá, cuando me examine para cinturón marrón, si que me hagan preguntas. Espero no quedarme en blanco por los nervios.
Ya os contaré.

Creo que por ahora podemos dejarlo aquí, creo que me he extendido ya suficiente.
Espero que nos volvamos a leer pronto, que aún tengo que contaros nuestro reciente viaje a Portugal, desde el 4 al 7 de septiembre.
Pero bueno, eso será ya para la próxima entrada.
Espero que hayáis disfrutado del verano y que la vuelta al trabajo o a clase no se haga muy cuesta arriba.

¡Osssss!

sábado, 14 de junio de 2014

Open internacional de Santa Pola 2014

Hola a todos de nuevo.
Creo recordar, que en mi última entrada os dije que en esta ocasión hablaría de los exámenes de cinturón.
Pero si os parece bien, voy a aplazar esa entrada unas semanas más. El motivo, es que han surgido varias cosas que me gustaría explicar cuanto antes, para que luego no se me olviden detalles, además que en pocas semanas, más concretamente a principios del próximo mes de Julio, tendrán lugar nuestros exámenes de cinturón, así podré detallar cómo nos ha ido en el EKSC.

En esta entrada, voy a contar como me fue en el open internacional de Santa Pola, que tuvo lugar el pasado sábado 31 de mayo.
Ésta, es una competición que se realiza desde hace ya algunos años, aunque yo solamente he participado en los dos últimos.
Normalmente se celebra en el castillo de Santa Pola, que es un escenario muy bonito para hacer las fotos y vídeos.
El año pasado, a parte de ir a competir, me pidieron que hiciese una pequeña exhibición de apertura, que desde el principio estuvo cargada de pequeñas anécdotas…
Para comenzar, llegué tarde.
Bueno, vale, no llegué tarde en el estricto sentido de la palabra… digamos que llegué demasiado justo… tanto, que cuando entraba en el recinto del castillo, escuché como comenzaban a anunciar mi exhibición, y yo aún no estaba ni si quiera cambiado.
Así que ahí estaba yo, con unos nervios que me moría, intentando cambiarme lo más rápido posible para no hacer esperar demasiado al público.
Al final la cosa salió bien y mi primera exhibición digamos importante, no tuvo mayores problemas.
Aunque luego me tocó aguantar las risas de mis amigos, que no paraban de decirme que parecía que estaba a punto de desmayarme en medio del tatami…
Si queréis ver el video de la exhibición, os lo cuelgo a continuación, a ver que opináis vosotros.
¿De verdad estoy más blanco que el kimono? ;)
Pulsa para ver el video de la exhibición

Volviendo al tema que nos ocupaba…
Éste año volvió a celebrarse, y por supuesto, volví a participar, aunque en esta ocasión no hice ninguna exhibición.
A diferencia del año pasado, en esta ocasión el tiempo no acompañó, y la organización del campeonato tuvo que trasladarlo todo a un pabellón cercano.
Lamentablemente, no sé por qué  no habían pensado esto antes, ya que había estado amenazando lluvia todo el día, pero se esperaron al último momento para decidir cambiar de lugar el campeonato.
El problema de esto, fue que con las prisas y la falta de previsión, no pudieron trasladar los tatamis, y tuvimos que hacer el campeonato en el mismo suelo del pabellón, cosa que no es igual ni de lejos que un buen tatami.
Personalmente, no me gusta nada hacer kata en suelo, por que el deslizamiento de los pies descalzos no es el mismo, y al menos para mi, es un poco contraproducente.
Me explicaré…

Como ya todos sabéis o al menos eso espero, soy ciego total. Esto quiere decir que cuando hago karate, lo hago instintivo y gracias a a la mucha repetición. A diferencia de las personas que ven, si por algún casual, a la hora de dar un giro o cambio de posición, no lo diese exactamente de la forma en que hay que darlo, ya sea por que el pie no ha girado lo suficiente o por que no he tomado exactamente la posición que suelo adoptar de costumbre, la dirección del kata varía desde muy ligeramente, a poder acabar en el vestuario de las chicas…
Eso último aún no me ha ocurrido… pero aún estoy esperando que me suceda. ;)
Fuera ya de bromas, esto significa, que una persona que ve, puede rectificar su trayectoria en medio del kata, puesto que al adoptar la posición, enseguida nota si su dirección es o no la correcta.

En mi caso, lamentablemente no me doy cuenta hasta que he terminado y me informan de ello…
En el dojo del EKSC, siempre entrenamos en tatami, así que por lo general, tengo los movimientos calculados, así que normalmente no suelo doblarme demasiado en el embusen (trayectoria del kata), pero cuando tengo que competir en suelo de goma o de madera, en las competiciones en las que no hay tatami, la fricción del suelo es distinta y esto hace que por lo general, acabe mucho más desviado de lo normal…
En muchas competiciones menores, esto me lo pasan por alto, sobretodo si me he torcido muy poquito, ya que compito contra personas que ven perfectamente y me dan esa pequeña licencia, supongo que suplida por mi técnica…
En este caso, al ser una competición más importante y sobretodo, debido a que en el open internacional de Santa Pola han añadido una categoría para karate adaptado, son mucho más estrictos en los kata cuando compito también en la categoría de promesas con el resto de participantes videntes.
Si os estáis preguntando por qué compito en ambas categorías si tengo la mía propia, os informo que soy el único ciego que compite, así que, competir uno solo no tiene mucha gracia, la verdad, aunque en la otra categoría me hayan descalificado en la primera ronda en los 2 años que llevo compitiendo, siempre es mucho más interesante y emocionante.
Pero bueno, eso no me importa demasiado, la verdad. Algún día conseguiré ser un adversario difícil de batir en la categoría de videntes, tiempo al tiempo.
Para esta competición, ya que competía solo, preparé unos kata como si fuesen una exhibición.
A continuación os pondré el video de mi primer kata, que creo que no me salió nada mal para haberlo aprendido hace muy poco tiempo.
Ya me diréis que os parece.
Pulsa aquí para ver el video.

En cuanto a la categoría de promesa, hice un Heian ni dan, pero a parte de doblarme un poco en el embusen (recordad que es la trayectoria del kata) hubo un pequeño problema técnico en la grabación y no se ve demasiado bien, así que no os lo voy a poner, al menos de momento.
Seguramente acabaré subiéndolo a mi canal de youtube en un futuro, por si queréis verlo.
Espero que disfrutéis de los vídeos.
Un saludo muy grande a todos y nos leemos en la próxima entrada.

¡Ossssss!

lunes, 26 de mayo de 2014

Curso especial.

Hola de nuevo a todos.
En principio, en esta publicación iba a hablaros de mi primer examen para cambiar de cinturón. Pero el pasado fin de semana del 17 y 18 de mayo, tuvo lugar en Elche un curso especial de karate, y prefiero hacer un pequeño paréntesis en mi historia, antes de que los recuerdos del curso se hagan confusos.
Por si tenéis curiosidad, al final de esta publicación añadiré algunas fotos que espero os gusten.

Supongo que primero tendría que explicar, para todos aquellos que no estén familiarizados con este tema, que en muchas ocasiones se hacen cursos especiales con grandes maestros, para aprender con más profundidad y mejorar nuestra técnica de karate.
En esta ocasión, el curso lo organizó la Escuela de Karate Shotokan Carrús, es decir, mi escuela, y los maestros que iban a venir para el curso, no eran otros que Luis María Sanz y Antonio Oliva.
Lamentablemente, Luis María no pudo asistir por una lesión de cadera. Desde aquí, y antes que me líe con otras cosas y se me olvide, me gustaría mandarle un abrazo muy fuerte, y mi deseo de que se mejore lo antes posible y podamos disfrutar de nuevo en breve de una de sus clases.
Como ya he dicho, Luis María no pudo asistir, pero en su lugar, Pepe Carbonell, por suerte, no tuvo problema en sustituirle durante el fin de semana.

Normalmente los cursos de karate ocupan todo el fin de semana. Comienzan el sábado a primera hora y dejando tan solo un par o tres horas para comer, el curso se extiende durante todo el sábado y concluye el domingo a mediodía.
Como supondréis, esos fines de semana son algo intensos.
El programa de entrenamientos se divide en dos partes que van alternándose, ya sea en kihon y kata por un lado, y kumite por el otro.

El sábado comenzó de buena mañana con una clase de kumite, de la mano del sensei Oliva.
He de reconocer que aunque yo entreno de todo en clase, me centro mucho mas en el kihon y kata que en kumite… supongo que supondréis que siendo ciego, se me dé mucho mejor hacer ejercicios solo que luchar con alguien.
Pero no os confundáis, que kumite también hago, aunque no al nivel que me gustaría. Por este motivo, espero que me disculpéis si la información que doy sobre este tema es algo floja, ya que muchas cosas que explica el sensei Oliva son demasiado avanzadas para mí.
Creo que debería explicar que Antonio Oliva es maestro de maestros y toda una celebridad en el karate español.
Este hombre entrena campeones del mundo, así como suena. No solamente enseña como dar un puñetazo o una patada, sino el por qué y en que momento hacerlo. Una clase de teoría del combate con el sensei Oliva, es algo magistral, y si soy sincero, la mayor parte de lo que explica es casi incomprensible para mí, no se realmente si es por que no puedo ver los ejemplos, o por que en cuestión de kumite aún voy un poco como pez fuera del agua.
Aún así, he aprendido varias cosas muy interesantes, que espero que me sirvan para mejorar mi forma de hacer kumite. Pero eso ya os lo contaré más adelante.

La parte de kihon y kata me gustó mucho más, la verdad.
Espero que el sensei Oliva no se lo tome a mal, aunque creo que lo comprenderá perfectamente.
Como decía, la parte de kihon y kata me gustó más. Normalmente para estas clases, se eligen unos kata avanzados, y el sensei los va explicando paso a paso en profundidad, explicando cómo y por qué se hace cada movimiento, y cuando se requiere, se demuestra su aplicación en situación real.
En esta ocasión, los kata que vimos fueron “goyushiho dai, shochin y Unsu”.
No se realmente si se escriben así… pero si no es así, ya lo corregiré más adelante. La verdad es que mi japonés está muy oxidado.
Estos kata son muy avanzados. Goyushiho dai es el kata más largo de todo el karate Shotokan. Es un kata que tiene 54 movimientos distintos y hasta el pasado fin de semana yo no lo conocía.
Por suerte no tuve mayor problema, ya que Javi (mi sensei) me puso a su lado y me fue guiando en todo momento para que pudiera seguir bien la clase.
Si os soy sincero, de ese kata a penas recuerdo nada. Claro que solo lo he visto ese día, así que es casi imposible memorizar de una sentada todos esos movimientos. Recordad que son 54, que no son pocos precisamente.

El otro kata que vimos, Shochin, también es un kata avanzado, pero este si que lo habíamos aprendido antes, así que no necesité a penas ayuda para seguir la clase.
Shochin es un kata más cortito, pero a mí me ha parecido muy bonito. La mayor dificultad que tiene este kata que por lo general es muy fácil de aprender, es que en prácticamente todo el kata, se utiliza una posición que no suele usarse demasiado en Shotokan. Por supuesto, aún sigo peleándome con ella… espero poder pillarle el truco pronto.

el tercer kata que vimos el fin de semana, fue Unsu. Quizá haya quien piense de forma distinta, por supuesto, pero aunque es un kata muy bonito, creo que Unsu es el kata mas difícil de todo el karate Shotokan. No sólo tiene posiciones difíciles, sino que es un kata que combina movimientos lentos y coordinados, con otros mucho más explosivos y rápidos.
Además de un salto que es muy difícil y en el que yo parezco un pato mareado.
Por suerte, este kata yo ya lo había visto con anterioridad, y aunque no me sale bien, por supuesto, a mi ritmo puedo seguir la clase casi sin ningún problema.

Ése fin de semana, no fue especial solo por el curso tan intenso que tuvimos. También lo fue por que coincidió con la presentación del libro de Luis María Sanz, que tuvo lugar en Jijona y a la que por supuesto, nosotros también asistimos.
Es un libro que explica paso a paso como realizar los cinco heian, que son los katas más básicos del Shotokan, y que se aprenden todos antes de llegar a cinturón negro.
Lamentablemente, Luis María no pudo asistir por su lesión, pero yo ya tengo mi ejemplar del libro y espero que me lo firme en cuanto nos volvamos a encontrar.

¡Osssss!




miércoles, 14 de mayo de 2014

Mi intenso primer mes.

Hola de nuevo.

Después de mi primer día de clase de karate, voy a contaros como fue mi primer mes con este arte marcial.
Y si, aunque no lo creáis, mi primer mes fue algo intenso.

Los primeros días los pasé entrenando sólo gran parte de las clases. Calentaba con los demás compañeros, pero luego me iba a parte para entrenar las bases por mi cuenta, ya que aún había que explicarme y corregirme muchas cosas.
No penséis por esto que me marginaron en clase o algo parecido. Nada mas lejos de la realidad. Pensad que si en clase éramos más de diez personas, no podían detener la clase para explicarme a mi sólo las cosas más básicas que el resto ya sabía. Habría sido contraproducente para el resto de compañeros. Así que durante aproximadamente un par de semanas, entrené a parte, hasta coger el ritmo del resto de la clase.

La cosa más destacable en mis primeras dos semanas de clase, (a parte de aprender karate, por supuesto), creo que fue mi primer kimono.
Vale, quizá esto pueda parecer una tontería, pero quien haya ya no practicado artes marciales, sino cualquier deporte de equipo, seguro que me comprende.
Durante mi primera semana había estado entrenando con chandal, pero tras esa semana, mi madre me había puesto a punto un kimono que años atrás había usado para un disfraz.
La verdad es que el kimono no era gran cosa y hoy día tengo varios kimonos que son mucho mejores que aquel primero que usé… pero bueno, aquel fue mi primer kimono, y eso siempre es algo que se recuerda de forma especial, o al menos, yo lo recuerdo así.
Pasar de vestir de chandal, a usar un kimono como el resto de compañeros, atarse el cinturón (que tiene su truco) y corretear descalzo por el tatami por primera vez… creo que son cosas que marcan a todo karateka.
En mi caso concreto, después de la buena acogida y la disposición tanto de Javi y Fran, como del resto de compañeros, sumándole la sensación que me dio ponerme el kimono por primera vez, me hizo sentir algo que aún hoy sigo sintiendo cada vez que me ato el cinturón y saludo antes de entrar en el tatami. La sensación de estar exactamente en el lugar en el que quiero estar.
Y esa, es una sensación que no cambiaría por nada en el mundo.

Aquí me gustaría hacer una pequeña pausa en mi narración para explicar un poco más sobre el karate.
Según como yo lo he visto en este tiempo que llevo entrenando karate, podemos desglosar el entrenamiento en tres grandes bloques.
A saber: kihon, kata y kumite.

El kihon es lo que engloba todas y cada una de las practicas de posiciones, ataques, defensas y desplazamientos del karate. No está limitado en ningún aspecto, y se entrena para mejorar desde la técnica más básica, hasta la más avanzada.
Si me equivoco en mi apreciación, espero que los grandes maestros me disculpen y me corrijan, pero en mi opinión, el kihon es la base absoluta de todo el karate. Sin una buena base técnica de kihon, el karate no es más que posturas sin sentido.

Los katas son combinaciones de posiciones, ataques y defensas preestablecidas, que simulan un combate real.
Hablando en prosa, esto viene significando que un kata son movimientos de kihon, pero en este caso, en vez de ser ejercicios totalmente libres, ya están preestablecidos.
En el caso del karate Shotokan, hay 26 katas diferentes.
Esto significa, que a cualquier karateka del estilo Shotokan, de cualquier parte del mundo al que le pidiésemos un kata en concreto de esos 26, (siempre que se lo supiese), nos lo podría mostrar casi sin ninguna variación del que nosotros mismos podemos saber.
Por supuesto, habrá gestos mínimos que los diferencie, dependiendo de la linea que haya seguido en su entrenamiento.
No olvidemos que el karate es una arte marcial que está viva y muchos detalles han ido variando con el paso de las generaciones. Así que no es extraño que aunque dos karatekas hagan el mismo kata, hagan algunos gestos de forma distinta, aunque el resultado sea el mismo.

Por último, tenemos el kumite, que es literalmente combate.
A diferencia de los bloques anteriores, en kumite por lo general suele ser imprescindible entrenar con otra persona.
En este bloque sobretodo se aplica lo que hemos aprendido anteriormente, pero en situación real de combate.

Si me permitís, voy a dejar la explicación mas profunda del kumite para otra publicación, ya que puede ser muy extenso…

Volviendo al tema de mi primer mes de karate… como ya os había dicho, fue algo intenso.
No solo comencé a usar mi primer kimono, sino que además, en ese primer mes, aprendí mi primer kata.
Se llama Heian so dan, y es el primer kata que se aprende en karate Shotokan. Suele decirse que es el kata más difícil de aprender de todos, ya que es el primero, y no estamos acostumbrados a memorizarlos.
Yo creo que tardé aproximadamente una semana en aprenderlo, y a buena hora…
Por que justo cuando hacía tres semanas en clase y que acababa de aprender el Heian so dan, el EKSC hizo una exhibición benéfica para Integrate, (una asociación de discapacitados de Elche), y por supuesto, yo participé.
No os podéis imaginar los nervios que pasé aquel día. Por suerte, no me quedé en blanco y conseguí hacer bien el kata.

Por si tenéis curiosidad, el video de la exhibición podéis verlo

aquí


Como veis, mi primer mes fue realmente intenso y bien completo.
Y eso que no era más que el principio.

¡Ossss!

jueves, 8 de mayo de 2014

Mi primera clase de karate

Hola de nuevo a todos.
Después de la pequeña introducción de mi publicación anterior, creo que ya es hora de contar como fue que comencé en karate.

Tras retirarme del atletismo a los 21 años, pasé un tiempo sin dedicarme a nada en concreto. Siempre me habían encantado las artes marciales, y lo de aprender karate siempre había estado guardado en mi mente, como esos proyectos que siempre aplazamos por una causa o por otra, pero que siempre tenemos presente… aunque en ocasiones nunca llegamos a cumplir.
Casi se podría decir que fue por casualidad. En esos años, decidido a ponerme a hacer karate, pregunté en mas de una ocasión a amigos que habían tenido contacto con este arte marcial, para informarme de donde poder aprender…
El problema, es que cerca de donde yo vivo, en el barrio de Carrús de Elche, no había nada donde poder ir a preguntar. A parte de esto, también tenía el dilema de el hecho de ser ciego.
Realmente, y aún con todos los avances que tenemos hoy día, en cuestiones de discapacidad, hay que reconocer que los recursos son mínimos, y en muchas ocasiones nos vemos muy limitados en las posibilidades que se nos ofrecen. Y en cuestiones de artes marciales, todavía más. En mas de una ocasión me ofrecieron hacer judo, puesto que ya estaba adaptado para ciegos y que no tendría ningún problema en aprender…
Pero aquello no me llamaba la atención. El judo es un arte marcial estupenda, pero no está entre mis favoritas… Además que soy un cabezota y un testarudo, y no quería conformarme con la solución más sencilla. Se me había metido en la cabeza que yo iba a hacer karate, y no iba a descansar hasta conseguirlo.
Ya os digo que fue casi por casualidad que comencé esta gran aventura que dura ya dos años y que espero que dure muchos más. Fue gracias a un amigo de la once, que me dijo que en el gimnasio al que él iba daban clases de karate, y que concertó una cita con el dueño del gimnasio, y con el sensei de la Escuela de Karate Shotokan Carrús.
Lo gracioso de todo esto, es que el gimnasio en cuestión, se encontraba tan lejos de casa aún estando en el mismo barrio donde vivo, que mi madre tenía que llevarme en coche.

Había pasado ya la mitad del mes de Marzo de 2012 cuando me reuní en el gimnasio CDC (centro de deportes carrus), con Javier Martinez Romero, que era y sigue siendo, junto a Fran Gomez Aznar, uno de los senseis de la Escuela de Karate Shotokan Carrús (EKSC).
En realidad, fue una reunión muy breve. Recuerdo que cuando fui, Javi había estado haciendo unas pesas y que como es normal, dejó un rato su entrenamiento para atenderme.
En un principio lo noté un poco dubitativo, supongo por el hecho de que fuese cierto que un ciego quería aprender karate. Pero he de decir a su favor que no puso ninguna pega, y me dijo que comenzara la semana siguiente, y que probara unos días a ver como iba la cosa.
Dicho y hecho. Al lunes siguiente me planté allí con mi chandal, sin saber realmente como iba a ir la cosa, pero con muchas ganas de intentarlo.
Javi me recibió muy seguro y sin pizca de la duda que parecía haber tenido la semana anterior. No tengo ni idea que estuvo pensando aquellos días. La verdad es que exceptuando algún comentario suelto, no he hablado con él sobre este tema, pero creo que va a ser una charla muy interesante.
Pero independientemente de eso, desde el primer día que pisé el tatami, se comportó como si hubiera estado trabajando toda su vida con personas con ceguera.
Volviendo al tema que nos ocupaba… allí me encontré yo, con mi chandal, y con Javi que comenzó a presentarme a los que a partir de aquel día y hasta ahora, son mis compañeros, amigos y hermanos. Aunque en aquel momento fueron poco más que un caos de voces y nombres sin conexión alguna… Confieso que tardé en asociar nombre a cada una de las voces más tiempo del que estoy dispuesto a admitir.
Y por fin, tras lo que me parecieron infinitas presentaciones, comenzó la clase.
Ahí estaba yo, en posición para saludar antes de iniciar oficialmente la clase, sin tener ni pajolera idea de lo que vendría a continuación.
Seguramente esto le ha pasado a todo el mundo. Es una situación nueva, que no controlamos para nada y simplemente hacemos lo que se nos dice… nada nuevo hasta aquí, supongo. Pero cuando eres ciego, la cosa se complica un poco mas. Cuando ves, puedes imitar a los demás, pero cuando ese valioso recurso que es la imitación está fuera de tu alcance, la sensación de que vas a meter la pata y de ir mas perdido que Marco buscando a su madre se acrecenta exponencialmente.
Por suerte, aquel momento de agobio y dudas, en los que realmente me planteé si no había sido todo un error, pasó rápido y quedó como una simple anécdota personal que hasta ahora creo que no había contado a nadie.
De inmediato, Javi me explicó todos los entresijos del protocolo que envuelve al karate, o al menos, los que incumben al saludo de inicio y finalización de las clases.
Ahora no voy a centrarme en todo el protocolo, por que esto puede hacerse muy extenso. Baste decir que el karate, como muchas otras artes marciales, proviene de Japón y que son muy respetuosos y protocolarios. Más adelante, en futuras publicaciones, si queréis, puedo explicar con todo detalle y con algo de ayuda de mi sensei, todo lo relativo a este tema.

Volviendo al tema de mi primer día, tras ese pequeño mal trago de nerviosismo y de mi primer saludo oficial como karateka, la clase había comenzado y me encontré corriendo para calentar, ayudado por Fran Gomez Aznar, el sempai (alumno avanzado), como si también hubiera estado haciendo aquello todos los días.

Con vuestro permiso, voy a hacer otro pequeño inciso en mi relato.
Quizá muchos os preguntéis por que pongo tanto énfasis en esas cosas tan insignificantes como pueden serlo hablar con una persona ciega o simplemente ayudarla a correr.
Y si, sé que hablar y correr no es la gran cosa… todo el mundo sabe hacerlo, ¿no?
A lo que me refiero con esto, es que la inmensa mayoría de gente no sabe como comportarse en estas situaciones con un ciego. No se nos educa para tratar a personas con discapacidad, y esto es un hecho lamentable.
La mayoría de la gente nos habla como si a parte de no ver, fuésemos cortos de entendederas, o a la hora de tratar con nosotros, como si fuésemos a rompernos en cualquier momento.
Con esto, no quiero que nadie se ofenda. No es una crítica personal, ni mucho menos. Es más una crítica constructiva, pero sobretodo a la sociedad en sí.
Sé que tenemos una discapacidad y que tenemos nuestras limitaciones, pero exceptuando cosas puntuales, por lo general podemos manejarnos con total normalidad.
Por eso, cuando encuentro a alguien que sin conocerme de nada anteriormente me trata con normalidad, no puedo hacer más que remarcarlo.
Y cuando llegó la hora de ponernos a calentar y Fran me ofreció el brazo para correr conmigo, me llevé una sorpresa muy agradable.
No todo el mundo sabe que hacer en esa situación, la verdad. Por lo general, quien no sabe, pregunta, ¿no?
No creo que haya mejor forma de aprender que preguntar lo que no se sabe, pero en esta ocasión, Fran simplemente me ofreció el brazo, como si fuese lo más natural del mundo.
Me encantan esos gestos que indican que la barrera de la discapacidad no es mas que una fina hoja de papel.
Pero lo mejor de todo, es que las sorpresas agradables no habían hecho más que comenzar.

Después de haber calentado y estirado, comenzó en mi opinión la auténtica prueba de fuego.
Tras darle a Fran las instrucciones para que llevase él la clase aquel día, Javi me llevó a un rincón y con toda la paciencia del mundo comenzó a explicarme las bases del karate.
Comenzó por enseñarme a dar correctamente un puñetazo, mostrándome como lo hacía él mientras yo seguía su brazo con mis manos, para a continuación, imitarlo y que él corrigiese las cosas que hacía mal.
Con este método tan simple y sencillo, aquella primera noche no solo me enseñó a dar puñetazos, sino también las principales y más básicas defensas y la primera posición del karate Shotokan.

En resumen, aquella primera clase a la que había asistido para probar, había aprendido (como he comprobado en varias ocasiones en este tiempo) exactamente lo que aprende cualquier persona que asista a su primera clase de karate, sin ningún impedimento, y sin haber tenido ningún problema para aprender debido a mi ceguera.

Creo que aquella primera clase marcó un punto importante en nuestras vidas, sobretodo en la mía. Comprobé que en efecto, la ceguera no es ningún lastre para practicar este arte marcial, y eso me llenó de ilusión y ganas de aprender. Las cuales aún hoy, después de 2 años, siguen siendo tan intensas como aquel primer día.

¡ossss!

miércoles, 23 de abril de 2014

Bienvenidos a mi blog

Hola a todos.
Primero, y antes de nada, me gustaría presentarme.
Mi nombre es Francisco José Lozano Ortega. Actualmente tengo 27 años, y aunque siempre he tenido problemas de visión, no perdí del todo la vista hasta que cumplí los 17.
Siempre he sido una persona muy activa, y he pasado la mayor parte de mi vida practicando algún deporte. Gran parte de mi adolescencia la pasé compitiendo en atletismo…
Pero no creo que ahora mismo os interese demasiado esa parte de mi vida. No, creo que lo interesante en estos momentos, es lo que hice cuando me retiré de las pistas y las cambié por el tatami.

Hay muchos tipos de artes marciales. Tantos, que quizá no sepamos nombrar ni la mitad. Pero si nos paramos a pensar en artes marciales que puedan practicarse siendo ciego, el número desciende alarmantemente.
En realidad, si le preguntásemos a cualquiera, como mucho nos podría nombrar el judo. Pero como ya sabéis, tampoco estamos aquí para hablar de eso.
Del arte marcial que quiero hablaros, es del karate.
En realidad, sí que hay ciegos que practiquen karate alrededor del mundo, o eso tengo entendido. Pero por lo que sé, de momento en España soy el único.
Si alguien conoce algún otro caso, me encantaría saberlo y comparar experiencias, pero hasta entonces, he pensado que sería una buena idea escribir mi propio blog con mi experiencia con este arte marcial.
Antes de entrar más en materia, creo interesante saber un poco más sobre el tema, por que realmente, ¿quien sabría decir con exactitud que es el karate? ¿quien lo inventó? ¿de donde proviene? ¿en que consiste?
Son preguntas que muchas veces, ni si quiera nos hacemos. Y antes de comenzar a contaros mi historia y mis experiencias, me gustaría repasar un poco su historia, a modo de introducción.

Karate significa literalmente “mano vacía”.
Este estilo de defensa surgió en Okinawa, debido a que cuando Japón invadió la isla, se prohibió a los habitantes la posesión de armas, así que éstos tuvieron que aprender a defenderse sin ellas, tan solo con sus manos desnudas.
La historia del estilo de karate Shotokan, que es el que yo practico, comienza con un hombre llamado Gichin Funakoshi.
Hasta el año 1891, el karate se practicaba de forma clandestina en Okinawa. En ese año, y después de 400 años de prohibición, finalmente se permitió la enseñanza del karate, y el maestro Funakosshi comenzó a enseñar a sus alumnos de forma oficial.
Pero esto no fue más que el principio. Diez años después de esto, y gracias a una demostración del maestro Funakoshi y de otros karatekas, se decidió que el karate formase parte de la enseñanza escolar en algunas partes de Okinawa.
Esto provocó que el interés por el karate aumentara, y los maestros mas activos de la disciplina viajaron por toda la isla, haciendo exhibiciones y demostraciones para miles de personas. La fama del karate creció hasta alcanzar las islas de Japón, y en 1917, se invitó al maestro Funakoshi para que hiciese una exhibición en Kyoto. Lamentablemente, no obtuvo el éxito esperado, y Funakoshi volvió a Okinawa.
Mas tarde, en 1921, se realizó una exhibición para el príncipe heredero Hirohito. El príncipe quedó muy impresionado y habló mucho sobre aquella exhibición.
Poco después, el maestro Funakoshi volvió a ser invitado para una nueva exhibición en Japón, en esta ocasión en Tokyo, y aquella vez si que fue todo un éxito, y se le pidió al maestro que se quedara unas semanas más, para hacer varias exhibiciones.

El karate ha sufrido algunos altibajos desde entonces, han surgido muchos estilos diferentes, e incluso el estilo Shotokan a penas tiene que ver con el estilo que se practicaba en Okinawa. Muchos maestros han ido cambiando, modificando y perfeccionando este arte marcial hasta convertirlo en lo que es hoy día, con todas sus variantes y estilos.

Después de este pequeño pedacito de historia que espero que al menos os haya llamado la atención, os invito a que me acompañéis en mis futuras publicaciones de este blog, donde intentaré explicar lo mejor posible mi experiencia con el karate, tanto para dar un poco más a conocer este arte marcial, como para demostrar a todo el mundo que si se quiere, no existen barreras para aprender… ni si quiera las barreras de la discapacidad.

Muchas gracias a todos por seguirme en esta pequeña aventura.

¡ossss!