miércoles, 14 de mayo de 2014

Mi intenso primer mes.

Hola de nuevo.

Después de mi primer día de clase de karate, voy a contaros como fue mi primer mes con este arte marcial.
Y si, aunque no lo creáis, mi primer mes fue algo intenso.

Los primeros días los pasé entrenando sólo gran parte de las clases. Calentaba con los demás compañeros, pero luego me iba a parte para entrenar las bases por mi cuenta, ya que aún había que explicarme y corregirme muchas cosas.
No penséis por esto que me marginaron en clase o algo parecido. Nada mas lejos de la realidad. Pensad que si en clase éramos más de diez personas, no podían detener la clase para explicarme a mi sólo las cosas más básicas que el resto ya sabía. Habría sido contraproducente para el resto de compañeros. Así que durante aproximadamente un par de semanas, entrené a parte, hasta coger el ritmo del resto de la clase.

La cosa más destacable en mis primeras dos semanas de clase, (a parte de aprender karate, por supuesto), creo que fue mi primer kimono.
Vale, quizá esto pueda parecer una tontería, pero quien haya ya no practicado artes marciales, sino cualquier deporte de equipo, seguro que me comprende.
Durante mi primera semana había estado entrenando con chandal, pero tras esa semana, mi madre me había puesto a punto un kimono que años atrás había usado para un disfraz.
La verdad es que el kimono no era gran cosa y hoy día tengo varios kimonos que son mucho mejores que aquel primero que usé… pero bueno, aquel fue mi primer kimono, y eso siempre es algo que se recuerda de forma especial, o al menos, yo lo recuerdo así.
Pasar de vestir de chandal, a usar un kimono como el resto de compañeros, atarse el cinturón (que tiene su truco) y corretear descalzo por el tatami por primera vez… creo que son cosas que marcan a todo karateka.
En mi caso concreto, después de la buena acogida y la disposición tanto de Javi y Fran, como del resto de compañeros, sumándole la sensación que me dio ponerme el kimono por primera vez, me hizo sentir algo que aún hoy sigo sintiendo cada vez que me ato el cinturón y saludo antes de entrar en el tatami. La sensación de estar exactamente en el lugar en el que quiero estar.
Y esa, es una sensación que no cambiaría por nada en el mundo.

Aquí me gustaría hacer una pequeña pausa en mi narración para explicar un poco más sobre el karate.
Según como yo lo he visto en este tiempo que llevo entrenando karate, podemos desglosar el entrenamiento en tres grandes bloques.
A saber: kihon, kata y kumite.

El kihon es lo que engloba todas y cada una de las practicas de posiciones, ataques, defensas y desplazamientos del karate. No está limitado en ningún aspecto, y se entrena para mejorar desde la técnica más básica, hasta la más avanzada.
Si me equivoco en mi apreciación, espero que los grandes maestros me disculpen y me corrijan, pero en mi opinión, el kihon es la base absoluta de todo el karate. Sin una buena base técnica de kihon, el karate no es más que posturas sin sentido.

Los katas son combinaciones de posiciones, ataques y defensas preestablecidas, que simulan un combate real.
Hablando en prosa, esto viene significando que un kata son movimientos de kihon, pero en este caso, en vez de ser ejercicios totalmente libres, ya están preestablecidos.
En el caso del karate Shotokan, hay 26 katas diferentes.
Esto significa, que a cualquier karateka del estilo Shotokan, de cualquier parte del mundo al que le pidiésemos un kata en concreto de esos 26, (siempre que se lo supiese), nos lo podría mostrar casi sin ninguna variación del que nosotros mismos podemos saber.
Por supuesto, habrá gestos mínimos que los diferencie, dependiendo de la linea que haya seguido en su entrenamiento.
No olvidemos que el karate es una arte marcial que está viva y muchos detalles han ido variando con el paso de las generaciones. Así que no es extraño que aunque dos karatekas hagan el mismo kata, hagan algunos gestos de forma distinta, aunque el resultado sea el mismo.

Por último, tenemos el kumite, que es literalmente combate.
A diferencia de los bloques anteriores, en kumite por lo general suele ser imprescindible entrenar con otra persona.
En este bloque sobretodo se aplica lo que hemos aprendido anteriormente, pero en situación real de combate.

Si me permitís, voy a dejar la explicación mas profunda del kumite para otra publicación, ya que puede ser muy extenso…

Volviendo al tema de mi primer mes de karate… como ya os había dicho, fue algo intenso.
No solo comencé a usar mi primer kimono, sino que además, en ese primer mes, aprendí mi primer kata.
Se llama Heian so dan, y es el primer kata que se aprende en karate Shotokan. Suele decirse que es el kata más difícil de aprender de todos, ya que es el primero, y no estamos acostumbrados a memorizarlos.
Yo creo que tardé aproximadamente una semana en aprenderlo, y a buena hora…
Por que justo cuando hacía tres semanas en clase y que acababa de aprender el Heian so dan, el EKSC hizo una exhibición benéfica para Integrate, (una asociación de discapacitados de Elche), y por supuesto, yo participé.
No os podéis imaginar los nervios que pasé aquel día. Por suerte, no me quedé en blanco y conseguí hacer bien el kata.

Por si tenéis curiosidad, el video de la exhibición podéis verlo

aquí


Como veis, mi primer mes fue realmente intenso y bien completo.
Y eso que no era más que el principio.

¡Ossss!

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